«Que decir del Dr Mateu, un hombre con una extraña sensibilidad y un corazón enorme, que estaba atento a todo y a todos, casi sin protocolos para manejarse con sus pacientes y el personal de Ipse. Siempre tenía algún gesto, una palabra, algún chiste a su manera, rompiendo cualquier silencio o equilibrio y sus detalles. Llegaba y nos dejaba algún chocolate en el escritorio con su pedido de té a cambio. Se extraña su forma de retarte a las puteadas para hacerte saber que que eras un boludo sino le hiciste caso (así literal), sus pacientes así lo entendían. Se extraña sus consejos, esos minutos que se tomaba para preguntarte si estabas bien, que hiciste el finde y darte un ratito de charla compartiendo orgulloso fotos de sus nietos o recetas de comidas, siempre tratando de integrar, él quería sobre todas las cosas que podamos confiar. A mí en particular me ayudó mucho desde que se enteró de mi enfermedad y el «muchacha no hagas cagadas, haceme caso» lo tengo muy presente. Su gran don era escuchar. A diario se lo extraña en Ipse, que nunca volvió a ser la misma sin su presencia, siempre nos va a hacer falta Dr. Mateu.».

Mariela Gómez