Sobre Manuel:
Cuando me propusieron escribir algo sobre Ángel me imaginé un tío lejano, de esos que uno ve cada tanto en la familia y por eso lo llamo Ángel , porque, aunque muchos le decían Manuel, Ángel también era su nombre, igual que un Tío mío que veía cada tanto.
Curiosamente estos personajes tenían algunas cosas comunes, los dos tenían raíces ibéricas y también eran tercos, tozudos y radicales en sus ideas. Para los dos la política, siempre de izquierda y reaccionaria, era tema de conversación, defendiendo sus ideas con determinación y muchas veces criticando antes de escuchar la opinión del otro, no tanto por oponerse si no porque no tenían paciencia, tan así, que a veces, sus propias decisiones los perjudicaban.
En el reverso de esa cara, que por momentos podía intimidar, existía una honestidad brutal, una sinceridad que dolía, pero enseñaba, porque no tenían medias tintas, daban lo que tenían. Si estabas dentro de su grupo, te daba toda la confianza y las oportunidades para aprender.
Cuando yo comencé a trabajar en IPSE, Ángel, me preguntó el primer día si necesitaba algo, corto, seco y sin preámbulos, pero, a partir de ahí, trabajé con total libertad y me dio la confianza y la oportunidad de trabajo sin cuestionar nada. Cuando enfrentamos problemas sobre algún caso, siempre fue reservado, dando su apoyo.
Disfruté mucho de su humor ácido, bordeando la falta de consideración, irreverente, tan duro y rígido como sus diagnósticos y devoluciones, pero siempre honestos y profesionales.
Mi relación con él fue siempre laboral , no hablamos mucho de cosas personales, pero me gusta recordar nuestros encuentros por las coincidencias familiares y las profesionales, porque si bien yo no fui médico como él, estoy vinculado a la salud y compartimos la actividad de agentes de propaganda médica en nuestros inicios.
Las cosas comunes nos vinculan, por eso estos recuerdos y el día a día en IPSE, lo trae al consultorio frecuentemente y de alguna manera seguimos en contacto con el mismo afecto de siempre.
Diego