Preciado amigo:
Si pudieras leer esta carta seguramente acordarías que todo lo vivido juntos ha sido muy fuerte. Mucho más que amigo: hermano del alma, de esa hermandad elegida que nos atraviesa en cada palabra dicha y en cada silencio compartido Atravesamos nuestra formación en la Escuela Freudiana de Buenos Aires, nos fuimos de allí, participamos de la fundación del Seminario Lacaniano y estuvimos juntos en la nueva Cátedra de Psicoanálisis Freud en la UBA. Pero eso fue solo una parte, porque lo otro, lo que no está escrito en ningún lado fue lo que nos unió fuertemente. Armamos casi sin proponerlo una amistad que se sostuvo a lo largo de los años donde nuestras confidencias hicieron posible atravesar momentos personales difíciles. Nos gastábamos mutuamente a diario, casi a manera de juego, vos con tu carácter de…bueno, para ser benévolo: catalán y yo con mis rabietas de…italiano. Podíamos decirnos las cosas más duras pero con el respeto de saber dónde estaban los límites para cada uno. Estuvimos juntos en la Plaza de Mayo cuando era necesario apoyar la democracia y fui testigo, literal, de tus decisiones de vida. Quiero decirte Ángel, mi querido Ángel que te extraño mucho pero quiero hacerte saber también que pude pasar de la tristeza al recuerdo de todo lo vivido, de los proyectos realizados y de los que teníamos pensado hacer. Por instantes me parece que todo paso hace mucho…en otros momentos el
tiempo es presente. Como hablábamos muchas veces cuando divagamos con el vaso de un buen vino, creemos en el recuerdo. Nos decíamos: la creencia no es en Dios ni en el más allá es tener junto a nosotros un grato recuerdo. Y así estoy hoy, sos mi amigo de siempre, lo digo en presente porque te recuerdo de esta forma: con tu presencia en todos los instantes que lo necesité, con tu pensamiento crítico y tus comentarios, con tu carácter gruñón que me producía gracia y tu actitud siempre solidaria para conmigo. Tuve la suerte de acompañarte hasta el final, allí donde querías que estuviera diciendo ante otros del afecto y el cariño que supiste transmitirme, Como lo dije ese día viviste “a tu manera” y fuiste consecuente con eso. Los que no llegaron a conocerte en profundidad se lo perdieron, yo pude tener un gran amigo, el amigo que estuvo
siempre acompañándome. Por todo esto, aunque no puedas escucharlo, hoy necesito decirte gracias Ángel, querido amigo por haber estado cerca. Como siempre: un abrazo grande.
Horacio